El equilibrio interno fortalece nuestro sistema inmunológico y ayuda a protegernos contra las enfermedades relacionadas con el otoño e invierno. Durante estos períodos, necesitamos aumentar las defensas para hacerle frente al frío. Cuando el organismo recibe la alimentación apropiada, es capaz de protegerse frente a condiciones adversas como las infecciones virales o bacterianas.
En el tiempo invernal igual que en otras estaciones, es importante hacer una alimentación saludable y variada con un aporte rico en frutas y verduras manteniendo cuatro u cinco comidas al día, realizar actividad física y controlar el nivel de estrés ya que es un gran debilitador inmunológico.
Las vitaminas esenciales para mantener unas buenas defensas son la C, A, E y D.
Las necesidades de la vitamina C se encuentran aumentadas en mujeres embarazadas, lactantes, en época de estrés, en el crecimiento y en personas fumadores. Dicha vitamina tiene un gran poder antioxidante, es esencial en la síntesis de colágeno, potencia la absorción intestinal del hierro y protege las mucosas. Algunos de los síntomas carenciales es el sangrado de las encías, disminución en la cicatrización, menor resistencia a infecciones, debilidad muscular y cansancio. Dentro de los alimentos ricos en vitamina C se encuentran las frutas cítricas como el kiwi, frutas tropicales, melón y tomate. Los crucíferos como el brócoli, coliflor, coles de Bruselas, berro, espinaca y acelga. Es importante consumir estos alimentos en raciones generosas para llegar a los niveles óptimos de vitamina C. A la hora de ingerir un zumo natural (naranja, limón, pomelo..) es importante tomárselo justo después de exprimirlo para aprovechar al máximo la vitamina C. Cuando cocinemos verduras, debemos hacerlo al vapor con poca cantidad de agua y evitando largas cocciones para no perder la vitamina de dichos alimentos.
La vitamina A, nos protege aumentando la resistencia de nuestras mucosas haciendo de barrera protectora frente a patógenos. La encontramos en la fruta y la verdura como las zanahorias, espinacas, pimientos rojos, boniato, calabaza, tomate, acelga, brócoli, entre otros. En alimentos de procedencia animal esta en la leche, manteca, huevo, queso, hígado y los pescados azules.
La vitamina E, mejora el sistema inmunológico y nos protege de las enfermedades infecciosas estimulando la formación de anticuerpos y es necesaria para el buen funcionamiento de los glóbulos blancos. Se encuentra en los aceites en general, como el aceite de oliva, maíz, girasol, soja y germen de trigo. Es preferible que los aceites estén prensados en crudo y sin cocinar, ya que al utilizar elevadas temperaturas se destruyen las vitaminas. Por último, también podemos encontrarlas en el germen de trigo, semillas y frutos secos.
La vitamina D, mantiene estable el funcionamiento del sistema inmunitario. Los alimentos que contienen más vitamina D son los pescados azules, yema del huevo, champiñones, leche fresca y yogures.
La vitamina A, E y D son lipolosubles, por lo tanto esta indicado acompañar su ingesta con grasas saludables para mejorar la absorción.