Los factores de riesgo cardiovascular se asocian a una mayor probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular por ello es importante mantener a raya el colesterol, la diabetes, la hipertensión arterial, el tabaquismo, el estrés, la obesidad y la frecuencia cardiaca.
El colesterol es una grasa natural que se encuentra en todas las células del cuerpo humano necesaria para el normal funcionamiento del organismo. Gran parte del colesterol se produce en el hígado pero también se obtiene a través de la ingesta de algunos alimentos. Interviene en la formación de ácidos biliares importantes para digerir las grasas. Los rayos del sol lo transforman en vitamina D y a partir de él se crean algunas de las hormonas sexuales y tiroideas.
Cuando hay un exceso de colesterol malo que no se puede absorber circulando por la sangre, el que sobra se deposita en la pared arterial contribuyendo al estrechamiento de las mismas desarrollando arterosclerosis.
La diabetes es una enfermedad que aumenta el riesgo cardiovascular por lo que es importante mantener la enfermedad controlada.
La diabetes mellitus de tipo I, es frecuente que se diagnostique antes de los 35 años, aunque puede presentarse a cualquier edad. Las células del páncreas encargadas de fabricar insulina se destruyen y dejan de generarla. Este tipo de diabetes suele tener una aparición brusca.
La diabetes mellitus de tipo II, normalmente se diagnostica en la edad media de la vida, aunque existen casos infrecuentes en jóvenes por malos hábitos de vida. Se produce esencialmente por una progresiva resistencia de las células (especialmente del hígado y los músculos) a la acción de la insulina producida.
La hipertensión arterial es la elevación de los niveles de presión arterial de forma continua o sostenida. El corazón ejerce presión sobre las arterias para que éstas conduzcan la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo humano. Esta acción es lo que se conoce como presión arterial. La presión máxima se obtiene en cada contracción del corazón y la mínima, con cada relajación. La hipertensión arterial provoca un aumento de la resistencia para el corazón, aumentando su masa muscular (hipertrofia ventricular izquierda) para hacer frente a ese sobreesfuerzo. Esta hipertrofia acaba siendo perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego sanguíneo y puede producir insuficiencia coronaria y angina de pecho. También, el músculo cardiaco se vuelve más irritable y se pueden producir más arritmias. En aquellos pacientes que ya han tenido un problema cardiovascular, la hipertensión puede intensificar el daño. Aumenta la predisposición a la arterioesclerosis (acúmulos de colesterol en las arterias) y evento de trombosis (pueden producir infarto de miocardio o infarto cerebral). En el peor de los casos, la hipertensión arterial puede reblandecer las paredes de la aorta y provocar su dilatación (aneurisma) o rotura causando la muerte.
Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), el tabaco provoca alrededor de 50.000 muertes anuales en España por bronquitis crónica, enfisema pulmonar y cáncer de pulmón y faringe. El tabaco es el factor de riesgo cardiovascular más importante, ya que la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población. Las posibilidad de padecer una enfermedad de corazón es proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados al día y al número de años en los que se mantiene este hábito nocivo.
El estrés es la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan trastornos psicológicos a veces graves. El estrés emocional y las enfermedades cardiovasculares se relacionan desde ya hace tiempo. Se ha demostrado que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional. El estrés se produce en función del estímulo exterior y la capacidad individual de respuesta ante él. Todo ello depende de la capacidad del individuo al adaptarse a esa situación que le está afectando y cómo la enfrente. Las personas competitivas, autoexigentes o apegados al trabajo tienen un perfil más asociado al estrés.
Los pacientes que presentan obesidad tienen un riesgo importante de padecer enfermedades cardiovasculares. Por ello, mantener el peso dentro de unos límites razonables es muy importante para el funcionamiento normal del corazón, los vasos sanguíneos, el metabolismo, los huesos y otros órganos de nuestro cuerpo. Las personas con exceso de peso tienen que saber dónde se centra su problema de obesidad. La grasa periférica o ginoide, es la acumulada en glúteos, muslos y brazos y la obesidad central, es la grasa abdominal o androide acumulada en el abdomen.
La frecuencia cardiaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un minuto. Es necesario que el corazón bombee la sangre hacia todos los órganos, pero debe hacerlo a una determinada presión. Este aspecto es muy importante y para ello el corazón necesita el consumo de energía. La frecuencia cardíaca normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto. Algunos estudios realizados en poblaciones sanas, así como en pacientes hipertensos, con cardiopatía isquémica o con insuficiencia cardiaca, demuestran una asociación entre la frecuencia cardiaca y el riesgo de muerte. Según esto, cuanto mayor es la frecuencia cardiaca, menor es la expectativa de vida.
Es de vital importancia controlar todos estos factores de riesgo anualmente ya que la prevención es el presente y el futuro en la sanidad.